Nanoblogging y los social media

Hace una semana recibí gracias a Javier Velilla el libro “Nanoblogging: Los usos de las nuevas plataformas de comunicación en la red” de Marc Cortés. Este pequeño libro permite a los neófitos en la materia adentrarse en el mundo del nanoblogging. Marc define el nanoblogging como “una forma de comunicación o un sistema de publicación en Internet que consiste en el envío de mensajes cortos de texto, con una longitud máxima de 140 caracteres, a través de herramientas creadas específicamente para esta función”. El autor diferencia dos conceptos muy similares como nanoblogging y microblogging. Hemos pasado de bautizar a Twitter como herramienta de microblogging a bautizarla como herramienta de nanoblogging. Se nota que es un tema incipiente y donde hasta la terminología está en evolución.

La principal característica del nanoblogging es que no hay reglas, es que no hay usos mejores o peores, se trata de herramientas de comunicación que cada usuario utiliza para lo que quiere. Las dos herramientas por excelencia son Twitter, para una comunicación hacia el exterior de la organización y Yammer, para la comunicación interna de la organización. La única diferencia remarcable entre ambas es que Twitter aún “no ha desarrollado un modelo de negocio, de forma que su mantenimiento se realiza basado en expectativas futuras a través de diversas rondas de financiación”.

Marc Cortés hace referencia a la teoría “long tail” de Chris Anderson para explicar el auge de los llamados social media. Dicha teoría demuestra que en Internet, factores como la reducción en el coste de almacenamiento permiten que no sea necesario focalizar los esfuerzos en unos pocos productos para que el modelo de negocio sea rentable. Existen por tanto dos mercados, uno centrado en el alto rendimiento de pocos productos (donde encajarían los mass media) y otro basado en la suma o acumulación de todas las pequeñas ventas de muchos productos, que puede igualar o superar al primero (donde se encuentran los social media). La relevancia, en términos de comunicación, ya no se encuentra en unos pocos, en los mensajes y las comunicaciones impersonales, sino que se encuentra en la suma de conversaciones producidas en entornos en los que se encuentran los usuarios.

Otra de las teorías que se analizan en el libro es la de familiaridad ambiental (ambient intimacy) y el número de Dunbar. Partiendo de la base de que la tecnología no nos hace per se más sociales… podemos decir que puede generar una influencia en nuestro comportamiento que puede llegar a modificarlo. Con el creciente uso de las redes sociales ha surgido un fenómeno llamado “familiaridad ambiental” que describe como “sin estar físicamente en contacto con una persona, sin pasar un tiempo muy largo con ella, conseguimos conocer su estado de ánimo, conocer sus sensaciones, etc.”. En este sentido Leisa Reichelt define la familiaridad ambiental como “ser capaz de mantenerse en contacto de forma regular y familiar con otras personas que de forma habitual no sería posible dado que el tiempo y el espacio son limitados y lo imposibilitan”. Por lo tanto, detalles relacionados con nuestra actividad profesional o personal, las sensaciones, los contenidos que nos interesan en la red, reuniones, artículos publicados, etc. favorecen una familiaridad que, en muchas ocasiones, nuestro día a día lo dificulta.

El número de Dunbar es el número de miembros del grupo social con los que un primate puede mantener dicho contacto. Este número parece estar limitado por el volumen de la neocórtex cerebral. Dunbar teorizó que un grupo con un tamaño de 150 personas debía tener un incentivo muy alto para mantenerse juntos. Para que un grupo de este tamaño posea esa cohesión, Dunbar especuló que por lo menos un 42% del tiempo del grupo se debía dedicar a la socialización. La aparición de los social media y las redes sociales provocan que ese número sea aún mayor. Y no es que se trate de conocidos lejanos sino que se produce lo que Clive Thompson denomina “paradoja de la familiaridad ambiental”. Y dice así: “Cada actualización de estado en Twitter, cada bit de información social, es insignificante por su cuenta, seguramente mundano; pero en su conjunto, con el tiempo, los pequeños fragmentos se unen en un retrato sorprendentemente sofisticado y real de la vida de nuestros amigos y familias”.

El libro continúa analizando los posibles usos que se le pueden dar al nanoblogging de forma personal tales como generar conversaciones, compartir información, “charla diaria”, transmitir noticias, etc. Po lo tanto el nanoblogging se convierte en otra herramienta para generar comunidad, al estilo de redes sociales tan populares como Facebook por ejemplo. En la última parte del libro se reflexiona sobre la utilización del nanoblogging por parte de las empresas tanto para comunicación interna como externa. Y lo hace utilizando buenas y malas prácticas de empresas que ya están metidas en los social media obteniendo beneficios tangibles de ella.

En conclusión, un libro muy interesante para quien quiera adentrarse en este mundo del nanoblogging, tanto a nivel personal como profesional. ¡Muy recomendable!

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