La sociedad de la ignorancia (I)
Acabo de terminar el libro “La sociedad de la ignorancia” escrita por Antoni Brey, Daniel Innerarity y Gonçal Mayos y editada por Infonomia. Un libro bastante crítico con la sociedad actual en lo que al conocimiento respecta. Se trata de tres autores que ponen nombres diferentes a una misma realidad. Lo que Antoni Brey llama una sociedad de la ignorancia, Daniel lo llama una sociedad del desconocimiento, mientras que Gonçal Mayos lo llama la sociedad de la incultura.
Los tres autores critican la ligereza con la que hemos tomado el concepto de sociedad del conocimiento y que no deja de ser una clara declaración de intenciones más que una realidad palpable. En este sentido Eudald Carbonell reflexiona en el prólogo y comenta: “El individualismo debe dejar paso a la individualidad, es decir, las personas hemos de actuar no como especímenes, si no como constructores sociales, aportando de forma crítica nuestros conocimientos a la organización de la especie.”
En el primer capítulo se repasa las diferentes formas de comunicación que tenemos los humanos y que son facultades que confirman nuestra ventaja competitiva con respecto a otros animales. Hasta hace poco teníamos las comunicaciones “uno a uno” y las comunicaciones “uno a todos”. Con la irrupción de las nuevas tecnologías, entre ellas Internet, las comunicaciones también pueden ser en forma de “todos con todos”. Este hecho es solo uno de tantas cosas que han cambiado en pocos años. La sociedad ha cambiado y está cambiado a un ritmo muy acelerado y en este libro cada uno de los autores a tratado de analizar estos cambios para concluir que eso de la sociedad del conocimiento es totalmente falso y que alarmantemente nos encontramos en la situación contraria… en una sociedad de la ignorancia/ desconocimiento/incultura.
Antoni Brey afirma que “el número de jóvenes que experimentan el deseo de estudiar y entender la teoría de la Relatividad general se puede contar con los dedos de una mano”. Y continúa diciendo “la elección de los jóvenes no es más que el reflejo de las prioridades de la sociedad”. Todo esto nos lleva, según Brey, a poner de manifiesto una “inclinación colectiva creciente hacia lo pragmático y un desinterés por el conocimiento como fin en sí mismo” y concluye, con un carácter un tanto entre pesimista y realista, “La sociedad del Conocimiento se ha convertido en una nueva utopía, en una esperanza para tiempos desesperados, casi en la única expectativa colectiva que nos permite mirar hacia el futuro con cierta ilusión”.
Lo que si está claro es que la tecnología ha propiciado el surgimiento de la Sociedad de la Información. Pero según afirma Antoni Brey, el discurso actual da por sentado que las nuevas herramientas para acceder y manipular la información nos van a convertir en personas más informadas, con más opinión propia, más independientes y más capaces de entender el mundo que nos rodea. Pero no debemos olvidar que el conocimiento reside en nuestro cerebro y es el fruto de los procesos mentales humanos, mientras que todo lo que proviene del exterior es, simplemente, información.
Y ahora viene lo “mejor”. Antoni Brey afirma que “las mismas tecnologías que hoy articulan nuestro mundo y permiten acumular saber, nos están convirtiendo en individuos cada vez más ignorantes”. Y toque de atención en toda regla, si señor. No se si es demasiado catastrofista decir eso, pero creo que no va desencaminado aunque prefiero la visión de Innerarity a este respecto, mucho menos catastrofista. Brey expresa también su preocupación por “las dinámicas desbocadas, de crecimientos acelerados, de obsolescencia inmediata de cualquier novedad, de desmesura en las proporciones y los formatos.” Y esto hace que “en lugar de permitirnos componer una visión cada vez más completa y exacta del mundo en qué vivimos, a menudo lo muestra más caótico y desconcertante que nunca”.
Además de la intoxicación, Brey enumera un segundo factor del mundo hiperconectado que nos empuja hacia la Sociedad de la Ignorancia, se trata de las propias características de las nuevas formas de comunicación en red. “Muestra de que nos encontramos en un estado de falta de capacidad crítica es la facilidad con la que proliferan, y la complacencia con la que acogemos, conceptos como la generación Einstein, o las virtudes empresariales de los gamers”. Además de esta muestra, apunta la incapacidad de los jóvenes de concentrarse en un texto de más de cuatro páginas, de asimilar conceptos que no hayan sido previamente digeridos, de discernir entre aprendizaje y copia-pega de fragmentos, etc.
Estos dos factores favorecen la aparición multitud de “expertos hiperespecializados” inmersos en una maquinaria de saber productivo. En palabras de Brey, “cuando el experto cierra la puerta de su despacho y se va a casa se convierte en uno más. Fuera de su especialidad, pasa a formar parte de la masa.” Y la masa se caracteriza por la ignorancia y por la pasividad. Sobre estas características, Brey nos aporta otra perla. “El homo sapiens, un ser caracterizado por la reflexión, por su capacidad para generar abstracciones, se está convirtiendo en un homo videns, una criatura que mira pero que no piensa, que ve pero que no entiende” Será verdad, que como afirmaba Mikel Aguirregabiria, que “cuanta más grande es la pantalla de televisión, mayor es la ignorancia de los integrantes de la casa”. Como veis últimamente la ignorancia la podemos encontrar por doquier…
La conclusión de Antoni Brey no es nada halagüeña, “la sociedad de la ignorancia estará compuesta por sabios impotentes, expertos productivos encerrados en sus torres de marfil y masas fascinadas y sumidas en la inmediatez compulsiva de un consumismo alienante”. Además las nuevas formas de comunicación, “nos está convirtiendo en seres cada vez más ignorantes y más encerrados en las pequeñas esferas que surgen como resultado de las nuevas fuerzas disgregadoras que afectan a toda la sociedad”.
Esta primera parte del libro “La sociedad de la ignorancia” me ha parecido un discurso un tanto apocalíptico. ¿Será Antoni Brey parte de la categoría de apocalípticos que definió Umberto Eco en “Apocalípticos e integrados”? A veces viene bien leer a estos autores críticos con la sociedad actual. Si tuviera que describir en dos palabras esta parte del libro, solo podría parafrasear a un sabio, “im-prezionante”.
En próximos posts seguiré resumiendo y comentando las otras dos partes del libro.
Hola, Aitor.
Suena a gran resumen que me ha dado ya, en este primer tercio, un impulso para comprar el libro y leerlo despacio.
Me ha gustado esta visión de Brey, que coincide en varios puntos con mis impresiones personales. Lo que yo no me considero es pesimista ni apocalíptico: creo que coincido en el juicio sobre lo que está sucediendo, pero quizá no en la esperanza de un futuro evolucionado desde lo que sucede hoy.
Me parece muy importante la distinción entre las sociedades del conocimiento y de la información. Coincido que el momento actual pertenece a esta última, porque la primera, como decía en http://jesusfdezblog.wordpress.com/2009/03/08/vibraciones-aprender-tambien-en-lo-20/, nace de cómo cada persona procesa la acción, la experiencia de las cosas.
Creo firmemente que el «conocimiento» (clave de la investigación en gestión del cambio de siglo) volverá a nuestras vidas en unos años como un paradigma poderoso, de la misma forma que la web social está ocupando el sitio que en su día dejó vacío la burbuja puntocom, aportando una visión ahora lúcida, lúdica, democrática y socialmente poderosa de la que careció entonces.
Y además, creo que la web social (o parte de ella) evolucionará… precisamente hacia una sociedad del conocimiento.
Un saludo. Jesús.
Hola Jesús, el librocreo que merece la pena, pero puedes descargartelo for free en su web. Yo coincido contigo cuando dices que estamos en una sociedad de la información más que del conocimiento.
El conocimiento es algo que solo esta en nuestros cerebros y es difícil de exteriorizar y por tanto compartir.
Nos seguimos leyendo.
a mí tb me han entrado ganas de comprarlo!!! muy interesante y muy bien expuesto!
Gracias Elena!
Bravo por este artículo, Aitor, que acabo de descubrir 3 años después de ser publicado. Voy a leer el libro 🙂